martes, 23 de noviembre de 2010

Un nuevo compañero

Yep, ese es mi hombro. Ahora que tiene un par de semanas, está algo menos hinchado y descascarado.

Después de muchos años (más de 10, fácil) decidí finalmente tatuarme. Y para publicar la foto, me pareció que ameritaba algo de explicación, más que la que vale la pena escribir en la descripción de la foto en Facebook (y por eso publico la foto y linkeo para acá ;) ).

Desde más o menos los 15 años (o tal vez algo antes) tengo una fascinación con el Fénix. Su simbología, su imagen, etc. Quien necesite instrucción al respecto, Wikipedia o Google :D. Quienes me conozcan más o menos sabrán por qué (o por lo menos algunas de las razones) por las cuales me siento representado por el ciclo de renacimiento de este ave mitológica. Muchas veces he caído, y tantas me he vuelto a levantar. Nunca perdí (ni espero perder) la esperanza, y así es como, ciclo tras ciclo en mi vida en casi cualquier aspecto, pase lo que pase vuelvo a empezar. Y todas esas veces soy yo, y ya no soy el mismo. De mi etapa anterior guardo cosas en mi nido, que son parte de mi volver a empezar, quemo otras. El fuego puede ser destrucción, pero también es purificación y renovación.

Pero de cuál fénix estamos hablando? No me gustaba el Bennu egipcio (onda garza) ni el Fenghuang (el fénix chino, onda pavo real). Para mí tenía que tener más la onda de un rapaz, un águila, la versión arábiga.

Al principio estuve buscando una imagen que me gustara mucho para tenerla como escudo heráldico personal. Más adelante eso maduró en la idea de tatuármelo. Al hablar de tatuajes y su permanencia, siempre pensé y dije (hasta ahora por lo menos) que lo único que me tatuaría sería un fénix, algo con una simbología suficientemente personal como para no arrepentirme el día de mañana de tenerlo para siempre conmigo. Supongo que la idea de tatuar la imagen la empecé a discutir con Sil, que quería tatuarse un lirio, y la fui madurando con Agus y su tatuaje en la espalda, o hablando con Montan sobre sus múltiples tatuajes.

La búsqueda de la imagen adecuada fue larga. Hace muchos años, en nomeacuerdocual convención de comics, le pedí a Quique Alcatena si se copaba y me dibujaba un fénix, en su típica pose de estar elevándose de las llamas. El resultado fue esto:



Me encantó, aunque en el estilo sombreado a las apuradas de Alcatena. Estaba un poco más cerca del dibujo que quería, ahora necesitaba quien lo delineara un poco y coloreara. Empezó una nueva etapa de la búsqueda de EL dibujo: el color. Finalmente me convencieron de que cesara en mi búsqueda, ya que si lo que quería era un tatuaje, no había color que fuera a quedar igual en una computadora con photoshop de lo que quedaría finalmente en la piel. Cedí frente a un argumento bastante simple y verosimil, y pasé a una nueva etapa de la búsqueda: un tatuador que pudiera lograr lo más parecido a lo que yo estaba buscando.

Aquí no busqué TANTO. Pedí consejos, visité perfiles de facebook, vi fotos, visité local y conserté entrevista. El resultado es el dibujo que ahora me acompañará el resto de mi vida sobre el hombro. Mis agradecimientos entonces a Agus (con quien hablamos mucho del tema), a Montan y Lisandro (con quien no lo hablamos tanto, pero algo), a Quique, por el dibujo, a Kymera / Ma Laura, que me recomendó a Mondo Bizarro, a Lulo y Mondo Bizarro por el trabajo con el que estoy muy conforme.

Y con esto empezará también, un nuevo ciclo.

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