Voy a empezar a pensar que Theo lee mi blog...
Escena de hoy a la mañana.
Living de casa. Yo tomando mate. Theo tomando su leche con chocolate. Está amaneciendo, el mejor momento de mi casa. Theo se baja de su silla y se me arrima.
Theo: Upa.
Yo: Estás mimoso últimamente, eh?
Lo alzo con mi brazo derecho, evitando esforzar el izquierdo, que todavía estoy algo resentido, con tendinitis desde el domingo, probablemente por bajarlo de la hamaca. Se sienta sobre mi pierna.
Theo: ¿Compartimos el mate?
Se me piantó un lagrimón.
Yo: Claro, hijo.
Theo agarra el mate casi terminado y toma un sorbito rápido.
Yo: Está caliente? (A Theo le gusta todo frío. La leche, la comida, etc.)
Theo: No, si tomo un poquito está tibiecito.
Yo: ¿Querés un poco más?
Theo: No, ya está.
Claro, es el acto, no la bebida. Tiene tres años, y ya lo entendió perfectamente.
Es increíble como estas cositas llamadas hijos pueden hacernos TAN felices con TAN poco.
Recién llego de la oficina. Tengo olor a humo desde los zapatos hasta el pelo. Me da nauseas. Tengo la vista cansada y un dolor de cabeza incipiente (el faso de nuevo, la compu, etc). Me acuerdo de la escena de hoy a la mañana para ponerla en el blog y claro... todo eso ya no existe. No es nada que un buen baño y una aspirina no pueda ayudar. Y si no estuviera solo, me cebaría otro mate... para reforzar el recuerdo.
Lo amo. Ya lo dije, no?
viernes, 14 de marzo de 2008
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